Esta nueva entrada está llena de cariño, de añoranza, de recuerdos y de agradecimiento. Ya han pasado 10 años de la que a día de hoy sigue siendo la mejor experiencia de mi vida. No sólo fue un viaje de 6 meses. Fue mucho más, un cambio. Un cambio por fuera y por dentro. Pero un viaje, no lo cambia todo, sino las personas y todo lo que se viven con ellas. Porque un viaje así no hubiese sido lo mismo sin ellas.
No hubiese sido lo mismo si no hubiera conocido a mis niñas: Kela, Nikky e Irene. Nada fue fácil, ni tampoco con ellas, ya que la limitación del idioma estuvo muy presente al principio. Sin embargo, éramos nuestro mejor apoyo. Estando juntas todo era divertido y disfrutábamos como las niñas que éramos, cuando nos encerrábamos en nuestra aula «CCC room» y escuchábamos música, bailábamos, reíamos, hablábamos de chicos, y de un día de montar una fiesta y beber cervezas (algo prohibido estando allí).
¿Cuando podremos volver a vernos? Soñábamos en juntarnos al poco de separarnos, y ya han pasado 10 años. Pero 10 años en los que siempre sueño cómo sera volver a vernos y cómo hemos cambiado.
Tambien , desde aquí quiero agradecer a quien hizo posible que yo fuera a Japón, mi colegio: la Jesuitinas. Aunque, mi etapa en el colegio no la recuerdo con nostalgia…una profesora creyó que yo era buena candidata, y una vez adjudicada gracias a la fortuna, todas la personas, en especial mi tutora me apoyaron en los preparativos al igual que hicieron fácil mi vuelta en febrero, a mitad del curso escolar.
Y por supuesto, gracias al colegio Shotoku Gakuin que me acogió y sobre todo a todas las hermanas que viven en Japón, tanto en Matsue, como en Tokio y Hayama. Por el cariño que nos demostraron y su preocupación por nuestra adaptación y salud.Y por supuesto, mi familia adoptiva. Las personas que me dieron lo más importante, un hogar.
Y cómo no.. gracias a aquellos que a los 16 años ya formaban parte de mi vida. Mi familia. Todavía me acuerdo lo duro que fue no poder hablar con ellos más que 1 día cada dos semanas, aunque a menudo llegaran cartas y sus montones de paquetes con regalos y comida. Y sin olvidar a los amigos, a los que siguen siéndolo y a los que ya no lo son tanto. Y por supuesto, al que por aquel entoces fue mi novio, la persona que me hacía sonreir al escribirme mails todos los días y al dedicarme canciones.
Aunque ahora todo ha cambiado, mi experiencia no hubiese sido tal sin ell@s.
¡Qué bonito! Y cómo ha pasado el tiempo… Espero que no pasen 10 años para poder volver a vernos…jeje 😉