Todos sabéis que al entrar en las casas u otros edificios como colegios, templos etc, los japoneses tienen la costumbre de quitarse los zapatos.
En una conversación navideña recuerdo que mis primos comentaban que conocidos suyos habían acogido esa costumbre para evitar la rayas y hoyitos que se marcan en el parqué de las casas por culpa de los zapatos. A algunos esta medida les parecía una exageración, a mí sin embargo, es algo que no me resulta extraño, pero entiendo que si se considera obligatorio, lo mínimo que debe hacerse es avisar a tus vistas de la norma. Así evitamos sorpresas desagradables como calcetines con agujerillos y esas cosas que suelen pasar.
La verdad que desde que viví en Japón me pareció una buena idea, quizas un poco engorrosa cuando llevamos cordones o hebillas que desatar, pero por supuesto, es una opción muy limpia.
Así que cuando pensé en cómo decorar mi recibidor, se me ocurrió poner un mueble bajo que me sirviese de zapatero y de banco en caso de tener que sentarme al calzarme o descalzarme. En las casas de mis alumnos japoneses no tengo donde apoyarme y la verdad es que a veces, mi equilibrio me juega malas pasadas. Por eso, pensé en un pequeño mueble que salvara esa incomodidad.
Para mis futuras visitas, que quede claro que de momento no va a ser una obligación.Para ello tendría que comprar zapatillas de casa para todos, por lo menos de esas que hay en las habitaciones de los hoteles. Cuando las consiga, no sé, no sé… igual me replanteo la obligatoriedad! 😉
MUAKKK
